En nombre de la libertad, yo te dirijo... puedes reir, viajar, hablar y saltar lo que tú quieras, amigo, tan sólo has de respetar, el árbol donde guardamos, nuestros bolsillos. El redil donde tú habitas, es una plaza feliz, hecha para tú capricho. No quieras cambiarle las formas, está así, bien construido, nada interesante, aguarda, detrás de lo que has visto. Pero si quieres dejarlo... no hay peligro, detrás de sus muros hay miles, esperando a tu sitio. Sólo que cuando te vayas, no quieras llevar contigo, otros que haciedo tropel, puedan al fin conseguirlo. Abrir una brecha en el frente, y dejar que sea visto, que detrás hay otro mundo y puede ser construido, a base de corazones, que van reuniendo amigos, e intentan que libertad, no sea una inútil palabra, que nos hace isla en la mar, sino hermano del que va, andando el mismo camino. Izara.