al abrigo de las jaras

Los oscuros días del invierno, guardianes, de los tibios rayos de la luz, abrazan el tiempo; y ciñen su talle. El día asoma entre las brumas; y deja caer sobre la tarde, el cansancio de la eterna duda: ¿estará el sueño de la noche? despierto, cuando el alba junte las estrellas; y comiencen los días  a estirarse.                                           Iñaki.

Los oscuros días del invierno, guardianes, de los tibios rayos de la luz, abrazan el tiempo; y ciñen su talle. El día asoma entre las brumas; y deja caer sobre la tarde, el cansancio de la eterna duda: ¿estará el sueño de la noche? despierto, cuando el alba junte las estrellas; y comiencen los días  a estirarse.                                           Iñaki.

No me cuentes, tus razones para la guerra, no me digas sólo las palabras de tu verdad,  deja el miedo de las respuestas,  junto al dolor de las preguntas, descansar; y cuando vuelvas, vacío de certezas, trae en tu mirada la semilla de la paz, dejaremos entonces que el viento y la tierra, entonen la canción, que nos unirá.                                                                    Iñaki.

No me cuentes, tus razones para la guerra, no me digas sólo las palabras de tu verdad,  deja el miedo de las respuestas,  junto al dolor de las preguntas, descansar; y cuando vuelvas, vacío de certezas, trae en tu mirada la semilla de la paz, dejaremos entonces que el viento y la tierra, entonen la canción, que nos unirá.                                                                    Iñaki.

Vuelven las hojas a la tierra,  en un suave vuelo, dejándose caer, sobre la paz marchita de un otoño,  al que nadie llama, pero vuelve él, humedeciendo la tierra en sus rocíos;  y los ojos en la nostalgia, de lo que se fue, Vuelven las letras al papel en blanco,  buscando el suelo donde renacer, tratando en vano de tapar la herida,  donde el frío escarba en nuestra piel, al final, en forma de hoja o en signo de letra,  los miedos regresan al atardecer; y sólo la paz, de un surco abierto,  sobre la esperanza de la madre tierra,  nos hace volver, los cansados ojos hacia las estrellas,  que otros ojos alumbran, al anochecer.                                                                                       ...

Vuelven las hojas a la tierra,  en un suave vuelo, dejándose caer, sobre la paz marchita de un otoño,  al que nadie llama, pero vuelve él, humedeciendo la tierra en sus rocíos;  y los ojos en la nostalgia, de lo que se fue, Vuelven las letras al papel en blanco,  buscando el suelo donde renacer, tratando en vano de tapar la herida,  donde el frío escarba en nuestra piel, al final, en forma de hoja o en signo de letra,  los miedos regresan al atardecer; y sólo la paz, de un surco abierto,  sobre la esperanza de la madre tierra,  nos hace volver, los cansados ojos hacia las estrellas,  que otros ojos alumbran, al anochecer.                                                                                       ...

Un blog sin actividad, puede parecer el desagradecimiento personificado; y a veces no es eso, sino todo lo contrario. Así, que sencillamente desde aquí,  quiero dar las gracias a todos los que habeis estado.  Haciéndome soñar paisajes, lugares que ahora miro con cariño, acercando el mundo, acercando sobre todo, la ilusión de compartir con las palabras, los anhelos que el corazón, guarda escondidos. Que bien suenan, los nombres que guardamos en el recuerdo agradecido. Edurne, Margarita, Ginebra, Hanna,  Francisco, Fanny, Gizela, Duna, tomae, Recomenzar, Jose María, Sara, Ligia, Myriam, Loli, Pedro, Rosa, marga, Sor Cecilia, Julia, Mónica, Maria Paz, Al Tagrí, karin, Tracy, Emilio, Marisa, Lupe, Sneyder, Ernesto, Armando, Mariusz, María Jesús, Rosana, Angela, Paula, Angeles, María.   Son algunos que dejaron su huella en los últimos tiempos y a los que nunca volvió la sencilla palabra de: Gracias!!! Para ellos y para todos. Decir gracias es m...

Un blog sin actividad, puede parecer el desagradecimiento personificado; y a veces no es eso, sino todo lo contrario. Así, que sencillamente desde aquí,  quiero dar las gracias a todos los que habeis estado.  Haciéndome soñar paisajes, lugares que ahora miro con cariño, acercando el mundo, acercando sobre todo, la ilusión de compartir con las palabras, los anhelos que el corazón, guarda escondidos. Que bien suenan, los nombres que guardamos en el recuerdo agradecido. Edurne, Margarita, Ginebra, Hanna,  Francisco, Fanny, Gizela, Duna, tomae, Recomenzar, Jose María, Sara, Ligia, Myriam, Loli, Pedro, Rosa, marga, Sor Cecilia, Julia, Mónica, Maria Paz, Al Tagrí, karin, Tracy, Emilio, Marisa, Lupe, Sneyder, Ernesto, Armando, Mariusz, María Jesús, Rosana, Angela, Paula, Angeles, María.   Son algunos que dejaron su huella en los últimos tiempos y a los que nunca volvió la sencilla palabra de: Gracias!!! Para ellos y para todos. Decir gracias es m...

Déjame la ilusión, en la puerta de un nuevo verano; déjame la ilusión, como deja el niño su regalo, mirando nuestra expresión; y esperando, esperando...esperando que comience el juego compartido, y terminen los gestos desgastados. Déjame la ilusión, el la palma abierta de tu mano, entre los dedos donde el hoy, engarza el vacío que dejamos, en las tristes manos apretadas, junto al espejismo de lo guardado. Déjame la ilusión, en la ventana de tus ojos iluminados, por la luz de la comprensión, por la fuerza irresistible con que amamos, ese tiempo donde vuelve a renacer, el niño que creíamos, olvidado.                                                                             Iñaki.               ...

Déjame la ilusión, en la puerta de un nuevo verano; déjame la ilusión, como deja el niño su regalo, mirando nuestra expresión; y esperando, esperando...esperando que comience el juego compartido, y terminen los gestos desgastados. Déjame la ilusión, el la palma abierta de tu mano, entre los dedos donde el hoy, engarza el vacío que dejamos, en las tristes manos apretadas, junto al espejismo de lo guardado. Déjame la ilusión, en la ventana de tus ojos iluminados, por la luz de la comprensión, por la fuerza irresistible con que amamos, ese tiempo donde vuelve a renacer, el niño que creíamos, olvidado.                                                                             Iñaki.               ...

Yo también he sentido a veces el silencio, de las voces que ahora guardan la distancia, como cansancio, que va minando nuestros pasos, como el peso que nos seca las palabras; y nos muerde en la frescura de lo tierno; y nos refugia en la urna de la nada. Pero  también he sentido a veces,  la tremenda cercanía, de una palabra, y entonces, es entonces cuando pienso, que merece la pena, mirar esta pantalla, tan virtual, como la máscara que somos, tan real, como las lágrimas que abraza.                                                        Iñaki.

Yo también he sentido a veces el silencio, de las voces que ahora guardan la distancia, como cansancio, que va minando nuestros pasos, como el peso que nos seca las palabras; y nos muerde en la frescura de lo tierno; y nos refugia en la urna de la nada. Pero  también he sentido a veces,  la tremenda cercanía, de una palabra, y entonces, es entonces cuando pienso, que merece la pena, mirar esta pantalla, tan virtual, como la máscara que somos, tan real, como las lágrimas que abraza.                                                        Iñaki.

Pasarán las letras y los siglos, pasarán las noches sin destino, quedarán desiertos los vacíos, viajará la paz volando en nuestras alas, el tiempo abrazará el alba que no acaba; y un mar inmenso de lágrimas derramadas, bañará la luz que guardan las estrellas, para regalarla en el brillo de los ojos, que ofrecen el amor y buscan la belleza, entre las ruinas de los corazones rotos.                                                                                Iñaki.

Pasarán las letras y los siglos, pasarán las noches sin destino, quedarán desiertos los vacíos, viajará la paz volando en nuestras alas, el tiempo abrazará el alba que no acaba; y un mar inmenso de lágrimas derramadas, bañará la luz que guardan las estrellas, para regalarla en el brillo de los ojos, que ofrecen el amor y buscan la belleza, entre las ruinas de los corazones rotos.                                                                                Iñaki.

Yo también tengo a veces la palabra, adormecida en el vuelo, cautiva en el nido, donde los sueños callan. Solo a veces, una mariposa hila, entre sus letras, sendas hacia el alba, ahí donde amanecen otros ojos, que miran diferente, las vacías ramas.                                                          Iñaki.

Yo también tengo a veces la palabra, adormecida en el vuelo, cautiva en el nido, donde los sueños callan. Solo a veces, una mariposa hila, entre sus letras, sendas hacia el alba, ahí donde amanecen otros ojos, que miran diferente, las vacías ramas.                                                          Iñaki.

Era invierno y las palabras dormían, en las entrañas de las voces sin habla, como el suelo, como el sol y las semillas, como el latido que renueva la esperanza. Era invierno en las manos solidarias, que de otras manos huyen asustadas, por el destello de la luz de un nuevo día, que nace entre las noches derramadas. Era invierno, pero también era la vida,  viajera de una sombra con alma,  buscando en el calor de una voz sencilla, los labios donde germinen sus palabras.                                                              Iñaki.

Era invierno y las palabras dormían, en las entrañas de las voces sin habla, como el suelo, como el sol y las semillas, como el latido que renueva la esperanza. Era invierno en las manos solidarias, que de otras manos huyen asustadas, por el destello de la luz de un nuevo día, que nace entre las noches derramadas. Era invierno, pero también era la vida,  viajera de una sombra con alma,  buscando en el calor de una voz sencilla, los labios donde germinen sus palabras.                                                              Iñaki.