Ayer dejé

Ayer dejé a la luz, dormida, sobre el regazo de un tiempo no llegado; y acerqué mis pasos a la sombra oscura, escondida tras la chispa de instantes fogonazos. Y al volver a recoger el alma de los días, para abrigarme de la sed de abrazos, el viento desnudó el árbol de las prisas; y el nido de la luz, estaba entre tus manos. iñaki