Cansadamente y a veces en silencio, se marcha el agua, atrás dejó su cantar contra las piedras, el impetuoso arroyo juvenil, que una vez creyó, que sería fácil saltar, sobre la orilla impuesta. Ahora ahoga su voz, en otras otras voces, su color disuelve, entre los ocres de la tierra, y arrastrada por el ancho cauce llano, su cantar no dice nada, tan sólo espera no ser herida por los sones sin badajo, triste palabrería de las campanas huecas, prefiere en su oído, el trino de los pájaros, en su mirada, el gratuito don de la belleza. Da gracias por las semillas que regó, en la hermosa flor, que alumbró dos primaveras, mira hacia el sol y a la luz le pide, que su fruto, sea paz, sobre la tierra. No tiene prisa en andar sobre el camino, pues sabe que al final, el mar le espera, un mar que desconoce, pero lo sabe distinto, de la dulce agua, donde ahora abrevan, los labios que besaron su sed y su delirio, los que a su lad...