Yo no le llamo esperanza
Yo no le llamo esperanza, al tiempo que va de largo, vistiendo con ropas nuevas, expectativas de antaño. Yo no le llamo esperanza, a ese regusto en los labios, cuando la palabra justicia, es trago de sabor amargo. Yo no le llamo esperanza, al tiempo que no ha llegado, como si el tiempo pariera, de la nada sus regalos. Yo sí... le llamo esperanza, a los ojos... a las manos, que en el momento de ahora, se entrelazan confiados, a otros ojos de ternura, a otras manos de trabajo. Izara.