Quién quire oír la voz,
que canta herida;
mejor plegarse al tambor,
de las consignas,
a la repetida canción,
que nace ya sin vida.
Plácida conciencia,
de tanto correr, dormida,
vendida al mejor postor,
que nada diga.
El día ensordecedor,
de las palabras frías,
¿dónde tendrás el calor ?
¿cómo sonará tu voz ?
si está vacía.
Izara.
Amigo Izara.
ResponderEliminarVivimos un tiempo en el que cada día esas voces de palabras frías ganan en intensidad, sin apenas dejar espacio para que esas otras voces, las heridas, se dejen escuchar y sentir. Con tesón, paciencia y amor, quizá consigamos el sueño de sanarlas algún día. ¡Ojalá! no esté muy lejano...
Un abrazo.
Maat
Querido y admirado, Izara:
ResponderEliminarPor desgracia cada vez hay más voces huecas, que hablan y hablan y no dicen nada, ensordeciendo a esas otras que por ser menos no pueden ser escuchadas.
Tus poemas siempre me hacen reflexionar un buen rato.
Te dejo un fuerte abrazo, amigo
Yo quiero oirla, amigo.
ResponderEliminarCertero texto. Coincido con Ardilla Roja.
Un abrazo.