recogiendo.

Recojo, el vuelo de las letras ateridas, sobre la insoportable levedad de las palabras; y guardo el frío de la distancia de los días, sobre el páramo donde hiberna la esperanza. Atrás queda el camino, que se abría, sobre el instante donde todo comenzaba, aunque hoy, aún espere en el punto de partida, la señal del horizonte, que el interior nos guarda. El interior es ahora, albergue de semillas; y su primavera, río de aguas estancadas, algún día quizás, los ojos de las orillas, harán crecer la flor, donde mi voz duerme apagada. Iñaki.