Vuela la voz, esperanza, sobre las suaves alas, de un ave que no aterriza. Contemplan nuestras miradas, su vuelo en el lejano azul, de palabras ateridas, por el cansancio de un viaje, sin ramas donde los sueños, se abriguen en la utopía. Donde la voz, esperanza, no viaje en alas dormidas, sino en manos que se abrazan, en los ojos que se miran, en los cuerpos que se aman, en las gargantas que gritan, sonidos que saben de amor, amor que regala vida. Izara.
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